El Campeador adeliñó a su posada;
así como llegó a la puerta fallóla bien cerrada,
por miedo del rey Alfonso, que así lo pararan;
que si no la quebrantase no se la abriesen por nada.
Los del mío Cid a altas voces llaman,
los de dentro no les querían tornar palabra.
Aguijó mío Cid, a la puerta se llegaba,
sacó el pie de la estribera, una ferida le daba;
no se abre la puerta que era bien cerrada.