Había una niña muy bonita y simpática que siempre
llevaba puesta una caperuza roja, y por eso
se llamaba Caperucita Roja. Un día ella
descubrió que su abuela
estaba enferma y
decidió llevarle unas frutas. En una canasta, Caperucita
puso manzanas, naranjas y bananas y
salió para la casa de su abuela. Ella
se puso puesta su caperucita roja, por supuesto. En el camino un lobo
se acercó a la niña y le
preguntó:
--¿Adónde vas, preciosa?
La niña respondió: --A la casa de mi abuela. Le llevo estas frutas porque está enferma.-- Y ella se fue.
Cuando Caperucita llegó, encontró a su abuela muy diferente. Tenía los ojos, la nariz y la boca muy grandes. En muy poco tiempo Caperucita vio que no era su abuela.
--¡Es el lobo!-- Ella gritaba y gritaba.
En pocos minutos vino un cazador y salvó a la niña. Después ellos encontraron a la abuela en el armario. Ella estaba asustada pero se sentía bien.