Cuando tenía 10 años, me gustaba pasar las tardes jugando con mis amigos en el parque. Siempre corríamos, saltábamos y jugábamos al escondite hasta que caía el sol. Me encantaba montar en bicicleta por las calles de mi barrio; sentía el viento en mi cara y era muy divertido. También disfrutaba mucho leer cuentos de aventuras antes de dormir, imaginando que yo era el héroe. Los fines de semana, solía ayudar a mi abuela a cocinar. A veces hacíamos galletas y yo probaba la masa, ¡era delicioso! Me gustaban esos días porque siempre eran tranquilos y llenos de alegría.